Como quedó demostrado en el 1er Festival llevado adelante del 25 al 27 de noviembre del año pasado, se está programando, para septiembre, el Segundo Festival de Cine del Conurbano, y hablamos con los protagonistas de este desafiante encuentro de creadores.
En La cueva de los sueños olvidados Werner Herzog entra a la vida de seres muy lejanos a través de
su cámara 3D. Sin grandes tecnicismos, con un puñado de hombres, Herzog logró, tras impertinente
constancia, que le abrieran las cuevas de Chateau, Francia, donde en 1994 fueron descubiertas
pinturas rupestres del paleolítico superior que , según los espeleólogos, la única manera de
conservarlas era manteniéndolas cerradas. Pero Herzog insistió, y logró filmarlas. Puede ser así que
también podamos creer que no existe un arte además del arte oficial, del arte de las élites, del
arte que se da a conocer masivamente por los grandes medios…o también podemos empezar a creer en que
hay un arte oculto. Herzog nos enseña, además de su perseverancia para obtener sus metas, el intenso
espíritu ritual que se desprenden de sus imágenes, la poética que surge de ese intento de acercarse
con pies y manos, con ojos y cámara, para mirar a los hombres que nos parecen tan lejanos, pero que
están allí, casi observándonos: cabezas de toros y alces, patas repetidas figurando la velocidad,
los saltos, al hombre mismo en movimiento, el cubismo de Picasso ya inventado por aquellos
maravillosos artistas de las cavernas. . Eso es lo que él llama la verdad extática, no de estatismo,
sino de éxtasis, arrobamiento, alejarse para. A esa verad extática, también podemos hallarla en la
reunión donde nos encontramos con los organizadores del FECICO(Fesival de Cine del Conurbano) en el
Centro Cultural Padre Mugica de Banfield: Guillermo Roig, Aníbal Maza, Romina Rocha, Rubén Veizaga y
Julio Rivero, nos ayudarnos a adentrarnos en el mundo cercano, pero lejano, de la realidad del Gran
Buenos Aires, que los cineastas tratan de traernos con una camarita de 3D, o una cámara de fotos. Ya
habíamos entrado en la mitad de esta charla, cuando Julio Rivero, director del Centro Cultural Padre
Mugica de Banfield, se pone de pie, baja una pantalla y proyecta un corto: La fábrica, donde con
imágenes silenciosas con fondo de tango quizás de Piazolla, se nos narra el dolor de un desocupado.
Un simple cartel (“Se hacen changas”) lo dice todo y nos señala. Esa poética, esa verdad.
- “Hay una revolución digital que nos permite tener una herramienta para hacer cosas. Los pibes del
conurbano pueden hacer grupos, juntarse y crear una película – nos cuenta Roig, titiritero del
Teatro San martín durante 20 años, y actual cineasta- de una manera muy distinta a la clásica
producción industrial del cine serio, que es vertical, hay un director y se hace lo que el tipo
dice. El cine “serio” es fundamentalmente de raíz europea, pues acá no: el grupo es el que trabaja,
tal cual sucede en una obra de teatro. El que actúa, actúa; hay un director que surge naturalmente,
pero también está el que tiene facilidad con la computadora y arma la cinta sonora, y el iluminador,
el guionista. Miles de roles que atraviesan la obra y que en la próxima se intercambiarán: eso es lo
que se está dando, y que lo vimos en muchas de las 57 películas que se mostraron acá en el 2010”.
Para Aníbal Maza, profesor universitario de cine, el Gran Buenos Aires muestra un paisaje disímil,
múltiple: “No es lo mismo el paisaje de Ituzaingó que el de Varela. El Gran Buenos Aires no es una
sola identidad, es una variadísima multiplicidad de culturas; en el Gran Buenos Aires no hay un
centro, sino muchos. Y queda claro en las vastas experiencias que se mostraron y que a nosotros
mismos nos sorprendieron, como una chica de Escalada que, como viene sucediendo en Saladillo, a la
manera del grupo Catalinas de La Boca, hace cine con vecinos. ¿Qué es el cine con vecinos? Es el
cine donde las personas del barrio son los actores de sus propias historias”. “Ese cine con vecinos
surgirá, tarde o temprano –cree Julio Rivero - emergente de una realidad que se está mostrando. La
gente actuando de sí misma, como el ejemplo que tenemos en el Troxler de “Los hijos de Fierro”
contando su propio papel durante la resistencia peronista. Eso es lo que queremos, esa filosofía,
ese espíritu de juntar a la gente para mostrar sus creaciones, sus culturas, sus formas de ver las
cosas. Ese creo que es el mismo espíritu de la Ley de Medios”.
- ¿Hay una identidad de esa variada realidad granbonaerense?
Ruben Veizaga, a quien se le adjudica la leyenda, creíble o no, de que se ha visto todo el cine
latinoamericano que existe, que está sucediendo y que sucederá, nos contesta: “Cuando trajimos en el
Fecico 2010 a cineastas latinoamericanos nos decían: “Esto podría estar sucediendo en los
alrededores de Bogotá, o en el Distrito Federal de Méjico, en el cinturón de San Pablo, en las
afueras de Santiago. Sí, hay una identidad descifrada justamente por esa tremenda variedad de
culturas y tragedias, historias maravillosas y simbólicas, que se conglomeran en las grandes
ciudades”.
- Esa mixtura de culturas – agrega Romina, estudiante de publicidad y fanática seguidora de este
proyecto- es la que pone en tela de juicio a la Academia del Cine. Es que el cine de Estados Unidos
formó espectadores, y ahora tenemos que empezar a aprender a mirar de otra manera. Lo que sucede es
el Roberto Arlt del cine: cuestionado aún ahora, pero irreemplazable, nos da una mirada vital y
única de un mundo que hasta ahora no había sido descubierto. También por aquello de “el futuro es
nuestro por prepotencia de trabajo”…
- Como Herzog-…
- Pero con nuestra propia manera de andar. Hemos visto –dice Guillermo- cine con mixtura de colores,
formas. En “ El cuenco de las ciudades mestizas” que fue la película que ganó el año pasado, de
Alexis Fusario, el grupo que la creó no tiene miedo de desafiarse, proponer, intentar otra cosa…-
¡Jugar! - agrega Romina - No existe ese prejuicio de “a ver, quedará bien esto, hay que hacerlo
así”, sino que van, lo hacen y listo. Y queda bien. “Como decía Ariel Bufano, - recuerda Guillermo
con su experiencia del grupo del San Martín - hay cosas que no se hacen hasta que viene uno que la
hace, y entonces se hace válido. El mismo jurado se vio sorprendido por la intrepidez de los
concursantes y debió justificar muy detalladamente y con buenos argumentos, por qué había ganado tal
obra. Jurados de la talla de Carlos Galettini, director y montajista de La patria equivocada, o
Darío Tedesco, montajista, entre tantas, de Gatica, el mono; Sergio Zóttola, Salvador Melita, Ismael
“Paco” Hase.
Por último, Romina quiere destacar: “los formatos audiovisuales nos permiten trabajar desde
cualquier lugar, y variados: en una plaza, a través de Internet, con un televisor instalado en una
casa. Ahora la creación está en marcha. Nosotros lo que hicimos fue ofrecer un lugar para mostrarlo.
Y se nos fue de volumen”.
Los dejamos ahora, a ellos, organizando el próximo FECICO de este año, y al que ya están convocando.
A través de su película, Herzog nos muestra aquel mundo cerrado durante 20.000 años por un derrumbe,
y que data de hace 32.000 . Siguiendo con el paralelismo, podemos decir que la dictadura fue el
derrumbe que enterró bajo piedra la creación de hombres que ahora están surgiendo otra vez. Con
esfuerzos poéticos como éste.
Un teatro de Necochea donde su padre fue el director fue su primer escuela literaria. Entonces decidió ser escritor. Actualmente vive en la ciudad de Alejandro Korn, provincia de Buenos Aires, desde hace 30 años. Además es docente y titiritero. Hizo periodismo en revistas y suplementos culturales, publicó libros de poesía y cuentos y una novela breve para niños: “Un océano en las orejas”.. Durante el año 2020 escribió la novela“de algo hay que morir”, cuyo origen de escritura es la convicción de que la peor de todas las pandemias es la de la frialdad de los corazones.
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