Eduardo Galeano (1940-2015) | Alejandro Seta
Eduardo Galeano (1940-2015)

3 de mayo de 2021 | Autor: Cristina Ledesma y Alejandro Seta

Este reportaje fue realizado junto a Cristina Ledesma, en 1990, para lo cual viajamos a Uruguay. Y lo publicamos en dos partes, en Letrabric (revista subte de la ciudad de Lanús, hecha aún con las viejas impresoras con letras de plomo).

Cuando íbamos buscando su casa, argentinos perdidos en un domingo de sol montevideano, lo encontramos con su perra Pepa, en una plaza cercana.”Galeano ídolo” había pintado sobre el asfalto una mano anónima. “A esta perra la encontré en España y como es de origen espúreo, le puse Pepa Lumpen” – contó.

Probablemente lo conozcan. En caso de que no, les presentamos a un tipo que dice que en poesía no se trata de quebrar la prosa sino de defender la capacidad de asombro y maravilla. A un buscador de otra historia, a uno que vio que las venas de América Latina manan sangre y que con un libro todavía vigente, abrió los ojos a toda una generación. A uno que presintió que había un fuego que recobrar: entonces hizo “memoria”.

En su casa convive, a través de su arte, con los que no tienen nombre con el grito o la risa de los sin voz. Como aquellas mujeres de Ocumicho, que cuando no encontraban el sello con su nombre, ponían el de cualquiera de sus compañeras, Sobre un escritorio o un estante del armario. Galeano comparte sus días con diablos subidos a una moto o una escultura de Ernesto Cardenal, obras en barro de aquellas que “no entienden este asunto de la gloria solitaria”.

“Ah, le hicieron una nota a Javier Villafañe” – dijo al abrir el N.º 1 de Letrabric. “¡Qué lindo! ¿cuántos años tendrá ahora?”

- En Memoria del fuego hay dos partes dedicadas a Javier…

- Yo me muero de envidia, porque él y otra gente que conocí, son de los que pueden realizar esa hazaña humana de tener todas las edades a la vez. Y eso es raro: en general, cuando una persona muy joven tiene una madurez precoz, se convierte en un enano, en viejito insoportable, como esos niños prodigio horrorosos que andan por ahí: y a la inversa, los viejos juveniles se emboban. Y Javier, que no tiene un pelo de bobo, es uno de esos raros casos del que sabe ser joven sin dejar de ser al mismo tiempo un hombre de muchos caminos ya recorridos, al revés y al derecho.

- A nosotros nos pareció maravillosa la experiencia de charlar con él. Aparte, porque todo lo que él habla parece un cuento, uno no sabe dónde empieza la realidad y dónde termina la ficción…

-Sí, eso me gusta, que no tiene dos discursos, o sea que cuando habla es como si escribiera y cuando escribe es como si hablara.

- Y piensa en voz alta…

- Y piensa en voz alta, sí. Y eso lo hace muy mágico. De pronto estás en medio de una conversación y pregunta. “¿A dónde irán las palabras cuando se escapan?”. Uno a veces busca una palabra, y no la encuentra ¿no?, cuando quiere decir algo, y es evidentemente un caso de fuga de palabras. Esa palabra se ha escapado. Y a dónde se ha ido, se pregunta.

- Cuando le fuimos a ver nos contó de cómo había recuperado una palabra en un tren, que justo venía el guarda a picarle un boleto y lo tenía que anotar ahí porgue hacía tiempo que estaba pensándola y él decía que estaba en el aire.

- Sí, deben estar. Yo soy un cazador de palabras y me la paso recogiéndolas del aire o de los demás.

- ¿Y cómo es ese trabajo de cazar palabras?

- Me parece que consiste en ser capaz de lavarse los ojos de telarañas. Limpiarse los oídos, destaparse la nariz y cada poro de la piel, para poder recibir no sólo las palabras del mundo sino las imágenes y los olores. Los sonidos.

- ¿Vos no tenés todas las edades a la vez?

- Ojalá las pudiera tener. Pero a veces no tengo suerte. O las tengo pero no tan espontáneamente como Javier. A mí me cuesta más, soy más complicado, más enredado. Y a veces me entretengo tanto con mis nudos que no soy capaz de tener esa energía de vida que le brota a él de una manera tan natural. Por eso lo envidio a él y a otra gente que conozco que me parece que son mejores que yo.

CONTRA LA CULTURA QUE NOS EMBOBA

- Nosotros, en la revista, una de las cosas que nos planteamos mucho es el trabajo del intelectual, si se lo puede llamar así, que trabaja con las ideas, con las palabras…

- Es feo llamarlo así. Parece una cosa en oposición a manual , como que en el mundo hay personas que son cabeza y otras que son manos. Y eso no es más que el resultado de una cultura que nos rompe en pedazos, o sea que nos impide ser plenamente lo que podemos ser.

- En general, hay unas pocas cabezas grandotas y muchas manos que las sirven.

- Claro, Y en el medio cultural también, porque hay una cierta predisposición a creerse tocados por los dioses, por la varita mágica de algún hada que te visitó por la cuna ¿no? Hubo un personaje muy lindo en la historia americana, que fue don Simón Rodríguez. Fue maestro de Bolívar. Nadie lo conoce: fue el pensador más original que tuvo América, a primera mitad del siglo pasado. Y murió solito, y con fama de loco. Cometió dos pecados, imperdonables en su tiempo y en el nuestro: era original y civil. Los héroes del pasado americano son todos militares. Una de las cosas importantes que dijo y que hizo fue justamente reunir la cabeza y las manos: en las escuelas que fundó por América, y sobre todo en la escuela modelo que hizo en Chuquisaca: allí se enseñaba a pensar y a crear y había clases de aritmética y gramática, pero también de carpintería y albañilería y herrería: para él ninguna persona era completa si no sabía trabajar con su cabeza, pero también el barro y la madera. Mezcló el trabajo intelectual y el manual como mezcló a los niños y a las niñas, y a los pobres y a los ricos. Era demasiado para su tiempo, y Sucre, que era un héroe militar muy valioso en el campo de batalla pero era muy limitado fuera de él, lo echó porgue no presentaba sus cuentas con debida prolijidad. Después anduvo por los caminos a lomo de mula, predicando en el desierto y acusando a los que mandaban. Decía: “ustedes que todo lo copian de los de afuera”, y decía: “o inventamos o estamos perdidos”. Murió en 1853, viejo ya, muy viejito; debe haber vivido, yo no sé, pero como ochenta años. Lo llamaban el Loco Rodríguez. Es el personaje más lindo de los que descubrí en Memoria de fuego, porque yo había oído hablar de él, pero no sabía que era un ser tan prodigioso. Y cuando lo descubrí, me di cuenta que en América, por lo menos en la nuestra, las estatuas que faltan son tantas casi como las que sobran. Y sobran muchísimas.

- Ahí está la posibilidad de crear e inventar una nueva historia.

- También, entre otras cosas, porque aquella recuperación del pasado forma parte de la recuperación de la realidad. Y estamos entrenados para no ver la realidad, ni escucharla, ni olerla, ni sentirla. Por una cultura que nos emboba. Que nos entrena para ser bobos.

- La tarea de descubrir tiene que ser constante porque si uno deja pasar las cosas…

-...cotidianas. Tiene que ver con las cosas cotidianas, con las pequeñas cosas de cada día. Da mucho dolor y mucha alegría cuando uno puede dejar que entren a uno el horror y la fiesta del mundo, de todo lo que hay de negrura en el mundo y también todo lo que el mundo tiene de maravilla. Y me parece que escribir consiste, nada más, que en tratar de contagiar algunas cosas que uno recibe y devuelve, multiplicadas, a los demás.

LAS VENAS ABIERTAS DE LA MEMORIA

- En Memoria de fuego da la impresión de que vos descubrías un personaje, y otro te nombra otro, y te ibas...¿así fue?

- Sí, sí. Fue un libro muy loco. Tiene una estructura científicamente inobjetable: no hay ninguna cosa que no esté respaldada por una fuente documental precisa; pero en realidad es una aventura poética. Yo lo hice a partir de impulsos que muchas veces no pasaban por la razón; después venía la razón y organizaba esos impulsos o trataba de comprenderlos, pero el libro fue hecho de una manera muy anárquica, muy caótica, y después fue organizado. Obré mucho por intuición, por impulsos; por ejemplo, yo buscaba un material sin saber qué iba a encontrar. El proyecto era la recuperación de un pasado oculto y mentido; la recuperación de la belleza, de ese pasado, de su tremenda capacidad de belleza como parte de la recuperación del tiempo presente, que lo contiene. Y también a partir de una intención de denuncia de todo lo que nos impide ser y de todo lo que nos impide hacer.

- ¿ Memoria... viene a completar Las venas abiertas de América Latina?

- Claro. Es una especie de una segunda etapa ampliada. Las venas... es un ensayo centrado en la economía política, un poco es como la reproducción de las etapas en la vida de uno ¿no? Yo desde chico sentí que si no entendía los principios de la economía política no iba a entender lo demás y entonces muy difícilmente me metí en esos pantanos. Y no me arrepiento porque pienso que eso me dio un cierto piso para poder armar otras cosas, o intentar armarlas.

- ¿Es una búsqueda a través de los demás?

- Tiene que serlo porque fijate que además, dentro de mí mismo fue así de preciso Yo tuve una infancia muy mística, muy católica. Después perdí a Dios, cosa que ocurrió a los trece, doce años, y me sentí muy solo, muy vacío, y tuve una necesidad de encontrar, en los demás, en el mundo, esa especie de certeza de la fe.

- Perdiste a Dios ¿y no lo encontraste?

- No. A Él, no. Nunca más. Pero encontré otras cosas que se le parecen mucho. Y que me parece que son bastante mejores porque son más próximas y más peligrosas que esa imagen abstracta que uno es capaz de concebir a la exacta imagen de sus deseos o de sus necesidades. Los otros, las personas, el mundo, son infinitamente más peligrosos y contradictorios que la imagen que nos fabrican. Pero también yo he sentido felicidades tan intensas desde aquellos tiempos que pienso que hay pérdidas que valen la pena. Y que implican la posibilidad de otros encuentros, Y el hecho es que todo ese período de estado místico, en mi primera vida, mi vida infantil, me arrojó un poco desvalido al mundo, porque luego yo me quedé sin esa voz que dentro de mí me contestaba preguntas que no tenían respuesta. Entonces, después, fui derivando a la militancia política, a la solidaridad, y trabajé para hacer una base más racional de vida, sabiendo que yo soy muy poco racional, digamos, de nacimiento. Siempre estaba esa especie de contradicción entre mi razón y mi corazón, que se expresan, creo, en la atención de un lenguaje que quiere ser sentipensante, que quiere llegar a una síntesis del mundo de las emociones, y al mundo de las ideas, que significa un prolongado y complicado combate.

A mí no me gusta que me enseñen, rechazo esa cosa autoritaria; yo no enseño ni me gusta que me enseñen, pero me gusta mucho cuando alguien comparte conmigo cosas que siente y sabe.

EL DESTINO DE AMÉRICA SEGÚN LOS HOMBRES DE MADERA

- Yo creo que no entendés a América sin la mitología y sin la mística.

- Claro, quizás porque la siento, antes que entenderlo, porgue lo mismo me pasa con las personas: la relación que esa trilogía, Memoria del fuego, tiene con América, es la misma que yo podría tener con una mujer.

“Memoria…” intenta abarcar la vida en todas sus dimensiones, una especie de aventura loquísima. “Las venas …” es un ensayo que tiene un objetivo muy preciso: intenta demostrar y demostrarme que el subdesarrollo no era el resultado de una maldición de Dios. Uno de los enemigos más importantes que actúa sobre estas tierras para impedirle crecer y ser, es el fatalismo. El fatalismo tiene muchos orígenes a la vez. La vida cotidiana lo alimenta y lo alimenta el sistema de educación que nos deseduca, y los medios de comunicación que nos incomunican. Y unos y otros nos convencen de que tenemos el destino que nos merecemos.

Con “Memoria… “ quise recoger todo: la historia sentida y compartida. Y subjetiva, claro. Me encantó cuando empecé a recibir eso como crítica, como si fuera un defecto., Estoy tan contento de ser subjetivo, es una maravilla. Otro viejo, y joven adulto, chiquillón, que conozco, es un poeta de Nicaragua que se llama José Coronel Urtecho, que cuando hablamos de esto, de la subjetividad, yo estaba escribiendo “Memoria..” y él vivía por aquel tiempo en Costa Rica, cerca de la frontera con Nicaragua, en una finca, cerca del río; estuvimos ahí, caminando juntos, compartiendo pocas palabras y muchos silencios, y una vez yo le dije esto de la subjetividad: “No te preocupes – me dijo- porque los que hacen de la objetividad una doctrina no quieren ser objetivos, es mentira eso, lo que quieren es ser objetos, para salvarse del dolor humano, Y como vos no tenés miedo del dolor humano...a mí me parece bien que seas subjetivo”.

- Aparte, los objetivos suelen ser aburridos...

- Son los hombres de madera ¿no?, que los mayas crearon de color rojo. Los dioses malos. Según la mitología maya, el hombre es de maíz, de maíz amarillo, blanco, de todos los colores, por eso hay diferentes colores de piel. Somos todos de maíz, pero antes de que los dioses nos hicieran de maíz, hicieron otras pruebas con otros elementos, que no funcionaban, salían mal. Y los dioses, en general, son dioses chambones (risas). Entonces fíjense que una de las tentativas de los dioses mayas, antes de hacer el de maíz, es el hombre de madera; y les queda bien, muy bien, muy lindo, todo, pero tiene algunos problemas: no tiene aliento, por lo cual tampoco tiene desaliento; como el burócrata, que no tiene aliento ni desaliento; no tiene sangre en las venas, y no habla, no tiene ninguna palabra que decir que valga la pena escuchar. Yo conozco tantos hombres de madera, en realidad, que creo que los mayas rectificaron el error en Yucatán y en Guatemala, y crearon los demás, pero sin duda en otros sitios existen hombres de madera por todas partes (risas). Y acá mismo, en el barrio, hay unos cuantos (más risas).

LA CAPACIDAD DE ASOMBRO DE LOS NIÑOS

- Letrabric es una revista de poesía, pero no sólo de la que se escribe sino de la que se vive…

- Yo comparto esa posición de que la poesía no consiste en escribir prosa quebrada, en agarrar una frase y romperla de modo que se deshaga en versos, sino que supongo que es una actitud ante el mundo ¿no?, una manera de defender la capacidad de asombro y de maravilla que tenemos de niños y después perdemos de grandes. Pienso que está ahí la clave de la visión poética del mundo, en la capacidad de asombro y de maravilla ¿no?, de vivir como si fuera la primera vez. No es fácil eso, pero mucha gente tiene la capacidad de asombro sin dedicarse a un arte, y por ahí no escriben. Muchos no saben escribir. No importa mucho que no sepan escribir, pero tienen esa manera asombrosamente bella de recibir el mundo y de eso todos los días yo tengo pruebas, porque estoy recibiendo cosas continuamente que vienen de la calle. La gente es muy capaz de belleza, mucho más de lo que sabe que es, porque la televisión la convence de que no tiene otro destino que el de ser eco de voces ajenas.

- Como una falta de estima, de quererse…

- Te convencen que sos un consumidor, no un creador. Hay una estrecha correspondencia, simetría, como son simétricas las alas de la mariposa, entre una política económica que recompensa la especulación y castiga la producción, y una cultura dominante que induce al consumo y castiga o desprecia la creación. Son simétricas. Casi lo mismo en dos planos diferentes, y son como dos síntomas de una enfermedad muy grave que creo que la que estamos padeciendo.

Alejandro Seta

No soy más que el vagón de un tren que en la década del sesenta se tambaleaba, llegando, sobre ese río a orillas de la ciudad de Necochea. Los primeros acordes de la música de Piazzola me vuelve a llevar a quién soy. Las palabras de mi abuela Sara, un libro encontrado por azar, Cris, la escritura tambaleante, mis hijos, el descubrimiento de Dios.

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