26 de junio de 2021 | Autor: Alejandro Seta
David Wapner estuvo durante un mes de paso por la Argentina. Además de haber actuado en La Plata, leído en Bahía Blanca y en Buenos Aires, cantó sus canciones que Las Bestias Peludas ilustramos con títeres, en el Teatro Municipal de Brandsen. Además, Ediciones Las Bestias Peludas publicó su libro “¡Epa!” e hicimos las obras de títeres que contiene el libro: “¡Epa!” Y “Mangueras”, y que fueran estrenadas en el Encuentro Federal de la Palabra en Tecnópolis. A este libro lo ilustró la compañera de toda la vida de David, Ana Camusso,y los titiriteros construimos los muñecos “copiando” sus ilustraciones. Cuando esté saliendo a la calle esta nota, ellos estarán en vuelo hacia Israel, a la ciudad de Arad. Pero durante ese tiempo, estuvieron viviendo en Castelar, en una casa llena de signos y símbolos de nuestra historia cultural: cuidando al papá de Ana, Adelqui Camusso, director de fotografía de películas como Los inundados , que fuera dirigida por el santafesino Fernando Birri y que hizo historia en el cine argentino. En esa casa también vivió Guillermina Garmendia, la mamá, ya fallecida, filósofa y alumna de Rodolfo Mondolfo, y considerada maestra de otros. Una casa llena de cuadros y de historia. Cuando Ana regresó al país luego de su paso por varios países, David la conoció por un amigo en común y la recuerda con el pelo pintado con un poco de blanco, producto del cuadro que estaba haciendo. Así, la pintora castelarense y el poeta nacido en el barrio de La Paternal se unieron. Y ya pasaron 28 años. Luego, por problemas económicos y de salud, decidieron migrar a Israel por un año y se quedaron allí. Habiendo editado más de treinta libros, David. además de poeta, es músico, compositor, cantante, cuentista, dramaturgo,titiritero, y la mayor parte de su obra está destinada a los niños
¿Por qué trabajás para niños?
No sé, es así. No hay un por qué a priori. Me gusta. Me gratifica saber que, aunque sea un poquito, doy vuelta una tradición de tontería y complacencia en los libros para chicos
Parte de tu tarea por los niños fueron los talleres que con Ana llevaron a cabo como una manera de contener a los chicos sudaneses ¿cómo fue eso?
Sudán es un país de África, y vive una tremenda guerra civil con un gobierno dictatorial y racista. Las familias que deciden escapar a Israel lo hacen a través de Egipto, de a pie, a través del desierto, y los que llegan son indocumentados porque el gobierno israelí se niega a darles ciudadanía. En el taller de nuestra casa, hemos recibido a los niños de estas familias y sus obras son de un gran poder. Fue una experiencia vital, conocimos, reconocimos de nuevo la infancia, la posibilidad de ser feliz a pesar de la incertidumbre.
¿Cómo te reencontraste con Buenos Aires después de varios años?
Hace 4, estuve entre octubre de 2010 y enero de 2011. La veo mejor, siento menos desesperación. Me preocupa el futuro.. Veo mucho agorero. A pesar de todas las críticas que se le puedan hacer, este fue el mejor período de la Argentina, lejos, desde la recuperación de la democracia. Me refiero a voces que predicen lo peor, que vaticinan que este gobierno va a terminar mal, que los que gobiernan son peores, incluso, que los fascinerosos del menemismo. Yo tengo críticas a este gobierno, fuertes críticas, pero, en comparación a lo que hubo, lo que se vive en la Argentina es incomparable. Sobre lo construido, hay que pedir más, exigir un sistema de salud unificado, para todos, no para ricos y pobres, como hasta ahora. Pero nunca destruir, nunca el neo-golpismo.
¿Qué es lo que proponés en tu obra, con tu obra? ¿Podrías definirlo?
No, no puedo definirlo. La obra personal se acaba con tu muerte, y hasta ese momento, no sé nada. Un lugar común, persigo mis obsesiones. No las alcanzo nunca, pero las tengo a veces al toque, y doy cuenta de ello.
¿Reconocés autores en ella?
En mis lecturas están muy presentes Felisberto Hernández y Mario Levrero, Lewis Carroll y Edgar Bayley, pero, también, Dickens y los surrrealistas ; y Borges y Marechal. No sé lo que aparece, no lo analizo, no lo pienso así. Creo en una forma de originalidad, la voz que uno aporta a la cadena que no termina de lectura y reescritura.Y Scholem Aleijem. Uno de los escritores más importantes del siglo XX, de fines del XIX y principios del XX, judío ucraniano.
¿Cómo era tu familia de niño, la que te formó?
Viví mis primeros dos años en Haedo, pero nací y crecí, y hasta me casé, en La Paternal, desde los 2 años hasta los 29 o 30 en Terrada y Camarones, a la vuelta de Pappo y Pomo. Mi viejo era dentista, muy querido y respetado en el barrio. Abría su consultorio hasta, a veces, las cuatro de la madrugada, fue el primer argentino de la familia, que venía de Polonia. Se llamaba Lázaro, y mi mamá, Esther. Él tocaba el acordeón, contaba cuentos que nos hacían vomitar de risa, en tanto que mi mamá cantaba como los dioses y me impulsó en la lectura , me apoyó en mis incursiones en el dibujo, en la música, en la escritura. Tengo tres hermanos más, todos menores que yo, y tuve otros tres que se fueron muy temprano. Yo esperaba a mi papá a veces hasta que llegaba, porque él, aparte de atender a sus pacientes, se quedaba escuchando sus historias. De esperar a que llegara, quedó mi afecto por la noctambulidad.
Encuentro que tus escritos tienen eso del humor judío, Sholem Aleijem y los cuentos de tu papá.¿En qué consiste el humor para vos?
Es humor, judío por añadidura pero humor. El humor es un desplazamiento de las coordenadas de la lógica, que puede ser mínimo, a escala micrón, incluso, y que provoca desconcierto, y risa como reacción. Es una forma de lo siniestro, entendido este tema como lo extraño, desconocido y repentino, o gradual, dependiendo de la situación.
Te dedicás a varios aspectos del arte: músico, cantante, poeta, titiritero. ¿Son varias disciplinas, como parece? ¿Cómo vivís esa diversidad?
Todos los aspectos de mi arte son eso, caras, facetas de un mismo movimiento de rotación y translación, que mutan como vidriecitos de un caleidoscopio. Es multiplicidad, más que diversidad, multiplicidad dialéctica, y eso soy yo.
Contame de los trabajos en común que desarrollaron y desarrollan con Ana.
Con Ana hemos encarado muchas cosas, desde escultura hasta libros, con un espacio muy importante que le concedemos a la experimentación audiovisual, multimedia. Hemos realizado más de cuarenta cortos de animación, y unos cinco, seis largometrajes, que superan algunos las tres, cuatro horas de duración, y hasta más, como Buscando a Parra, que dura unas siete horas y media. Y a fin de año saldrá una novela que escribimos a cuatro manos, Bigotel, con ilustraciones de Juan Lima. Un libro muy esperado por nosotros, nuestra master piece.
Si tuvieras que decir qué hace el arte en este mundo, qué dirías.
El arte, parafraseando a Scalabrini Ortiz, está solo y espera. El artista está sólo, rodeado de una masa sucedánea que también llaman arte. No es mala per se esta situación, porque el arte no puede, y no debe, competir con el seudo-arte. A su vez, el arte pugna por salir y, en este sentido, es siempre una esperanza, algo así como una promesa de redención. Eso es lo que hace el arte, te dice: esperá, mirá por acá, qué te parece este camino.
Y uno se manda.
Si querés saber más de David: https://es.wikipedia.org/wiki/David_Wapner
Te invitamos a escuchar: https://www.youtube.com/watch?v=Ct6IKCGb1aE
No soy más que el vagón de un tren que en la década del sesenta se tambaleaba, llegando, sobre ese río a orillas de la ciudad de Necochea. Los primeros acordes de la música de Piazzola me vuelve a llevar a quién soy. Las palabras de mi abuela Sara, un libro encontrado por azar, Cris, la escritura tambaleante, mis hijos, el descubrimiento de Dios.
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