27 de julio de 2024 | Autor: Alejandro Seta
Tal vez empezaron a pergeñar la rebelión un día como este de la imagen. Todos machos, poco tiempo libre, mucho correr, poca comida. Poco todo. Lo más lamentable era el amor, porque las perras escaseaban por la zona. Miren la cara de perro del cazador (¿poco amor, también?). Fue Blanquito el que tuvo la idea: - No puedo seguir viviendo así –había dicho, entre dientes.
- Yo también estoy cansado de esta vida de hombre – se agregó Mancha en la Cara.
- Lo que tenemos que hacer es lo siguiente … (y en un descuido del cuidador, durante un momento de descanso, murmurando, lograron reunirse).
Y otro, el que tiene cara de intelectual (¿lo ven?): “Que no nos vaya a pasar como en la historia de Orwell...”
Así fue como en un atardecer, cuando el color de sus pelajes se confundió con la nieve, abrazados por las luces del sol que decaía, nadie los vio partir hacia el Sur, a tierras más cálidas. Nadie, tampoco, supo nada de ellos. Tal vez cantaban una vieja canción anarquista, muy popular en el mundo perruno: “Sin esclavos no hay patrón…”
Es verdad que otros perros fueron reunidos para continuar con la antigua tarea de cazar por deporte, pero en tanto que una vez un perro dijo: “no puedo seguir viviendo así”, fue suficiente para que los adiestradores de perros no pudieran dormir tranquilos desde entonces.
No soy más que el vagón de un tren que en la década del sesenta se tambaleaba, llegando, sobre ese río a orillas de la ciudad de Necochea. Los primeros acordes de la música de Piazzola me vuelve a llevar a quién soy. Las palabras de mi abuela Sara, un libro encontrado por azar, Cris, la escritura tambaleante, mis hijos, el descubrimiento de Dios.
Acerca de Mí